Estudio afirma que es común tropezarnos en la calle con algún tipo de sádico.
Ya he comentado sobre los sicópatas y sociópatas y como reconocerlos. Pues bien, a diario leemos en la noticias o vemos por TV casos de personas que de repente se paran en una torre, entran en un cine o colegio y comienzan a disparar sin razón aparente y el caso es que al parecer hay muchas más personas desequilibradas de lo que pensamos pero solo unos pocos llegan al punto de la violencia física.
Solemos pensar que muy raramente nos cruzamos por la calle con alguien que nos pide la hora mientras fantasea con torturarnos. Sin embargo, un nuevo estudio afirma que las personas que disfrutan haciendo daño son más abundantes de lo que pensamos. El sadismo podría no estar reservado sólo a esa minoría de perturbados que nos muestran las películas de policías forenses y ser una conducta habitual de la vida cotidiana que se manifiesta, por ejemplo, cuando decidimos matar un insecto.
Investigadores de la Universidad de Columbia (Reino Unido) y de la Universidad de Texas (EE.UU) ofrecieron a un grupo de estudiantes de psicología la posibilidad de matar bichos vivos frente a otras tareas desagradables y obtuvieron un alto porcentaje de alumnos que optó por la primera. Un 27% de los estudiantes prefirió introducir en una máquina moledora cochinillas vivas, que además se encontraban en el interior de tazas etiquetadas con nombres entrañables como Muffin y Toostie, antes que limpiar los baños o darse una ducha de agua fría. Los estudiantes que se inclinaban por esta opción presentaban muestras de crueldad aparente atribuidas a una personalidad sádica.
En vista de estos resultados, los científicos proponen introducir este tipo de sadismo cotidiano en la Triada Oscura de la personalidad humana que engloba el maquiavelismo, la psicopatía y el narcisismo.
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