Estudio afirma que la falta de yodo durante el embarazo afecta la inteligencia del bebe.
El déficit de yodo durante el embarazo disminuye el coeficiente intelectual de los niños. Así de rotundas son las conclusiones a las que han llegado los investigadores pertenecientes al proyecto Nutrimenthe, lo que pone de manifiesto, una vez más, de la importancia de la alimentación durante la gestación.
Aunque mucha gente asocie la falta de yodo a países con escasos recursos económicos la realidad es muy distinta. Según los últimos informes, dos tercios de las mujeres de Reino Unido, donde se ha llevado a cabo el estudio, sufrían este problema, especialmente cuando estaban en edad fértil.
Para comprobar cómo afectaba este déficit al desarrollo del niño los investigadores tomaron muestras de orina de más de 10.000 embarazadas y analizaron sus niveles de yodo. Años más tarde, evaluaron la capacidad intelectual y las habilidades cognitivas de los niños a los ocho y nueve años de edad.
Tras cruzar los resultados comprobaron que a los ocho años de edad hay tres puntos de diferencia en el coeficiente intelectual de los pequeños nacidos de madres con concentraciones bajas de yodo en los primeros meses de embarazo frente a quienes tenían el yodo por encima del mínimo recomendable.
Para conseguir que las mujeres tengan los niveles de yodo dentro de los límites recomendables los expertos recomiendan introducirlo de manera natural en el organismo, es decir, a través de una dieta rica en marisco, lácteos y pescado. Además han desaconsejado el uso de suplementos o algas con demasiado yodo para evitar problemas de tiroides. A través de la British Dietetic Association, los autores han aconsejado una ingesta diaria de yodo durante la gestación y la lactancia de 250 μg/día, frente a los 150 μg/día que debe ingerir el resto de adultos.
Aunque mucha gente asocie la falta de yodo a países con escasos recursos económicos la realidad es muy distinta. Según los últimos informes, dos tercios de las mujeres de Reino Unido, donde se ha llevado a cabo el estudio, sufrían este problema, especialmente cuando estaban en edad fértil.
Para comprobar cómo afectaba este déficit al desarrollo del niño los investigadores tomaron muestras de orina de más de 10.000 embarazadas y analizaron sus niveles de yodo. Años más tarde, evaluaron la capacidad intelectual y las habilidades cognitivas de los niños a los ocho y nueve años de edad.
Tras cruzar los resultados comprobaron que a los ocho años de edad hay tres puntos de diferencia en el coeficiente intelectual de los pequeños nacidos de madres con concentraciones bajas de yodo en los primeros meses de embarazo frente a quienes tenían el yodo por encima del mínimo recomendable.
Para conseguir que las mujeres tengan los niveles de yodo dentro de los límites recomendables los expertos recomiendan introducirlo de manera natural en el organismo, es decir, a través de una dieta rica en marisco, lácteos y pescado. Además han desaconsejado el uso de suplementos o algas con demasiado yodo para evitar problemas de tiroides. A través de la British Dietetic Association, los autores han aconsejado una ingesta diaria de yodo durante la gestación y la lactancia de 250 μg/día, frente a los 150 μg/día que debe ingerir el resto de adultos.
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