Esta es la conclusión de una reciente investigación publicada en la revista The British Journal of Psychiatry. Robert H. Pietrzak y un amplio equipo de colaboradores realizaron un seguimiento de tres años a un grupo de 178 personas mayores sin demencia.
Su objetivo era analizar la relación entre la ansiedad, el funcionamiento de la memoria y la carga de péptido beta-amiloide.
La beta-amiloide es el componente principal de las conocidas ‘placas seniles’, un hallazgo anatomopatológico frecuentemente encontrado en los cerebros de personas conenfermedad de Alzheimer.
Los resultados mostraron que la sintomatología de ansiedad presente en los participantes actuaba como moderadora en la relación entre la proteína beta-amiloide y el declive de memoria verbal y episódica.
La memoria verbal hace referencia, por ejemplo, a recordar una lista de palabras o un texto. La memoria episódica se refiere al aprendizaje y recuerdo de experiencias como dónde he aparcado el coche o con quién comimos ayer.
Además, la ansiedad se relacionó también con un mayor deterioro de las funciones ejecutivas independientemente de la carga de beta-amiloide y de otros factores.
Las funciones ejecutivas se refieren a nuestras capacidades de plantearnos objetivos y organizar nuestro comportamiento para conseguirlos a través de la planificación, la solución de problemas y otros procesos.
Los autores de la investigación sugieren la posibilidad de retrasar el deterioro de la memoria a través de intervenciones para controlar la ansiedad en personas mayores que hoy son sanas pero que tienen una elevada tasa de beta-amiloide.
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