4 acciones que podrían resultan en una relación de pareja tóxica
Por: Maria Jose CA - 03/25/2017
De pronto un día nos damos cuenta que nuestra vida
gira en torno al teléfono celular, al miedo y a la saturación de peleas,
y sólo hasta ese momento comenzamos a ver la relación con otros ojos.
No hay quizá nada más emocional y
espiritualmente desgastante que un mal de amores, y uno que implique una
relación de pareja inestable, conflictiva y caótica. Produce un estado
de ánimo en el que no sólo predomina la angustia e imposibilita enfocar
la atención a otros temas, como el trabajo, la escuela, la familia,
entre otros; y también desencadena una serie de malestares y conflictos
con nuestra cotidianidad, la salud y personas más cercanas.
De pronto un día nos damos cuenta que
nuestra vida gira en torno al teléfono celular, al miedo y a la
saturación de peleas, y sólo hasta ese momento comenzamos a ver la
relación con otros ojos: unos con mayor objetividad sobre la
insalubridad de la relación. Incluso lo que antes nos llegaron a
advertir comienza a tener lógica, sobre cómo el principio fue cómodo
pero la convivencia con la pareja se tornó incómoda y en algunas
ocasiones violenta.
Al indagar sobre las posibles causas que deterioraron a tal grado la relación, se encuentran cuatro patrones más comunes:
– La dependencia.
Si bien cada miembro de la pareja
necesita el apoyo y compañía del otro, también de un espacio personal
para desarrollarse independientemente. Es decir que es generar un
equilibrio entre la individualidad y la pareja, en especial a la hora de
continuar con proyectos personales en torno a lo profesional, la
actividad física, amistades, forma de vestir, personalidad, entre otros.
Mediante al establecimiento de acuerdos, comunicación, compresión
–disfrutar del goce del otro pese a no estar junto a él o ella–,
autocuidado, la relación irá evolucionando a tener actividades en
conjunto y actividades individuales. Pues así, incluso, la compañía de
la pareja se hace aún más satisfactoria.
– Diferentes valores no negociables.
Estar en una relación implica
comprometerse con un vínculo entre dos seres tanto con un historial
familiar y personal –aunque provengan del mismo grupo cultural–como con
objetivos a largo plazo diferentes. Por ejemplo, puede llegar a suceder
que uno de los miembros desee un hijo y el otro prefiere viajar por el
mundo. Es verdad que hay valores que pueden ser más o menos flexibles,
como modificar los horarios de sueño, pero hay otros, como los proyectos
de vida personales o ideologías políticas, éticas y sociales, que no se
pueden ni se quieren cambiar. Al no haber un estado de consciencia ni
acuerdo al respecto, muchas veces se termina en una relación de pareja
cargada de rencor e indiferencia.
– Ausencia de compromiso.
Estar en una relación de pareja,
tradicional o abierta, requiere de compromiso para cumplir con los
acuerdos establecidos entre ambos miembros. El compromiso incluye ser
capaz de comunicar aquello que duele –por ejemplo, la presencia de una
tercera persona–, escuchar empática y atentamente lo que le duele a la
pareja –¿es la conducta de la tercera persona o de uno en relación con
él y ella?– y tanto proponer como realizar cambios en función del
bienestar de la pareja. En el caso de que el compromiso no se exprese en
la confianza, la comunicación, el respeto y los actos del día a día, es
muy probable que esa relación se vuelva disfuncional, dolorosa así como
llena de rencor.
– Fomentar explícita o implícitamente la desigualdad/inequidad.
Conductas como revisar los mensajes del
teléfono celular, correos o redes sociales, prohibir amistades o
vínculos, menospreciar la manera de vestirse, pensar o actuar, humillar
pública o íntimamente, forzar actos sexuales –o de lo contrario “puede
irse con otra persona”–, entre otros actos que fomentan la violencia
tanto de la pareja como de género. La desigualdad e inequidad resulta
cuando uno de los miembros ejerce el control y poder, pero lo fomenta
desde su subjetividad consciente.
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