Practicar yoga o meditar en los puestos de trabajo ayuda a combatir el estrés y la presión alta.
“Me va a dar un infarto” oímos en nuestra cabeza al tiempo que sentimos que respiramos con dificultad mientras nuestro jefe nos presiona para que terminemos ese proyecto hoy mismo sin falta. ¿Quién no se ha dicho eso a sí mismo alguna vez durante un momento de trabajo intenso donde siente que ha perdido el control?
Y no vamos tan desencaminados si esta situación se repite con demasiada frecuencia. El estrés laboral crónico es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, tanto que incluso puede aumentar hasta en un 50% la probabilidad de sufrir un infarto.
Sin embargo, en esas circunstancias, puede resultar verdaderamente complicado encontrar tiempo para ‘des estresarse’, aún más si hemos de conciliar el trabajo con la vida familiar. ¿Cómo lo hacemos? Una posibilidad es la que describen Geoffrey W. Melville y su equipo en un artículo publicado en la revista Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine. En su experimento, un grupo de oficinistas realizó ejercicios de yoga basados en la postura sentada, otro grupo llevó a cabo ejercicios de meditación y un tercer grupo, el control, no realizó ningún tipo de modificación en su rutina laboral.
Y no vamos tan desencaminados si esta situación se repite con demasiada frecuencia. El estrés laboral crónico es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, tanto que incluso puede aumentar hasta en un 50% la probabilidad de sufrir un infarto.
Sin embargo, en esas circunstancias, puede resultar verdaderamente complicado encontrar tiempo para ‘des estresarse’, aún más si hemos de conciliar el trabajo con la vida familiar. ¿Cómo lo hacemos? Una posibilidad es la que describen Geoffrey W. Melville y su equipo en un artículo publicado en la revista Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine. En su experimento, un grupo de oficinistas realizó ejercicios de yoga basados en la postura sentada, otro grupo llevó a cabo ejercicios de meditación y un tercer grupo, el control, no realizó ningún tipo de modificación en su rutina laboral.
Los ejercicios de yoga y de meditación duraban 15 minutos, tras los cuales se tomaban diversas medidas fisiológicas y psicológicas de marcadores de estrés. Los investigadores encontraron que tanto el grupo de meditación como el de yoga percibieron menos estrés y mostraron una tasa respiratoria menor que el grupo control. Además, el grupo que practicó la meditación también redujo su tasa cardiaca y su presión sanguínea. Según plantean Melville y sus colaboradores, estos efectos podrían estar mediados por los efectos de la respiración, y sugieren que la práctica continuada de este tipo de actividades podría ser útil en el manejo del estrés en el lugar de trabajo resultando en beneficios para la salud cardiovascular.
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