POR ANGELA BERNARDO
1 DE JULIO DE 2013, 11:30
Son las siete de la mañana. Tu radio empieza a sonar y escuchas los primeros acordes de esa canción que tanto te gusta. Es inevitable. Comenzar así un lunes mejora las cosas. La música afecta nuestras emociones, la forma en la que encaramos los días e incluso nuestro estado de ánimo. ¿Qué hace de ella una herramienta tan poderosa, que condiciona cómo nos encontramos de una manera tan brutal?
Hace un par de meses os contábamos cómo unos investigadores de California publicaban en la revista Science sus hallazgos sobre la importancia y la relación entre el núcleo accumbens y el córtex auditivo cuando escuchamos una canción. Gracias a la técnica conocida como resonancia magnética, los científicos buscaban entender qué ocurría en nuestro cerebro cuando oíamos música.
Nuestro estado emocional puede alterarse con música
Ahora investigadores de la Universidad de Pennsylvania, en Estados Unidos, han ido un poco más allá. A través de su trabajo publicado en la revista Nature Neuroscience, han tratado de averiguar cómo la música afecta nuestras emociones. Una experiencia que vivimos a diario pero de la que los científicos apenas tienen pistas.
El equipo liderado por Maria Neimark Geffen se propuso entender el mecanismo por el cual algunossonidos o canciones podían alterar nuestro estado emocional. Este hecho no es irrelevante, ya que existen casos realmente traumáticos, en los que convendría saber más acerca de los procesos neurológicos que tienen lugar.
Por ejemplo, muchos veteranos de guerra que sufren estrés post-traumático, tiempo después de regresar de la zona de conflicto, siguen asociando ruidos o sonidos como los de los truenos, con emociones y sensaciones muy desagradables, propias del campo de batalla. Adivinar cómo activar o desactivar esta asociación mental podría ser una buena herramienta terapéutica para las personas afectadas.
Para realizar su investigación, los científicos llevaron a cabo una serie de experimentos en ratones, para comprobar cómo la agudeza acústica de estos animales podía cambiar en el caso de que sufrieran un episodio traumático. Este hecho se conoce en neurociencia como aprendizaje emocional, y su estudio puede ayudar a entender por qué la música afecta nuestras emociones.
Las pistas estudiadas con un viejo experimento de Pavlov
Con este objetivo, los investigadores norteamericanos sometieron a los ratones a lo que se conoce como condicionamiento clásico o condicionamiento pavloviano. Esta experiencia de aprendizaje asociativo se basa en una vieja idea de Aristóteles, quien decía que cuando dos cosas suelen ocurrir juntas, la aparición de una traerá la otra a la mente.
Si tras superar un episodio traumático, los animales variaban su agudeza acústica, de manera que pudieran diferenciar entre sonidos potencialmente peligrosos y sonidos relajantes, esto podía dar buenas pistas sobre cómo funcionaba el aprendizaje emocional. Repitiendo experimentos de aprendizaje muy específico a través de los sonidos, los científicos observaron cómo las respuestas emocionales y de desarrollo de la agudeza eran más específicas también, especialmente en el caso de que las frecuencias de los dos sonidos analizadas fueran parecidas.
Por último, los investigadores fueron capaces no solo de analizar cómo la música afecta nuestras emociones, sino también qué regiones del cerebro se activan durante este aprendizaje emocional. Y aunque los efectos de este proceso sobre la percepción y agudeza acústica son específicos del córtex auditivo, lo cierto es que no es la zona cerebral directamente implicada en el aprendizaje emocional.
En este importante proceso biológico, que media en parte cómo la música afecta nuestras emociones, participan dos regiones: la amígdala y las áreas auditivas subcorticales. Para conocer la relación entre la corteza auditiva y la amígdala aún se necesitan muchos más estudios, pero lo cierto es que los sonidos juegan un importante papel en nuestro estado de ánimo y las reacciones emocionales que llevamos a cabo.
Son preguntas que, aunque la ciencia tarde en responderlas, son verdaderamente intrigantes en nuestra vida diaria. ¿Y a ti, cómo te afecta la música que escuchas?
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